Un tema que me atrae mucho desde hace tiempo es el relacionado con los buenos hábitos que se pueden desarrollar con un poco de práctica, y que te acercan al camino del éxito. Uno de los hábitos que más curiosidad me ha generado, y del que he comprobado su eficacia de forma inmediata, es el de DAR GRACIAS.
El de dar gracias es un hábito no muy tenido en cuenta y muchas veces olvidado o desconocido.
No obstante, yo creo de manera firme que DAR GRACIAS es una herramienta de gran potencia para el desarrollo personal y, por tanto, para alcanzar el éxito en lo que te propongas.
Existe la buena y sana costumbre de decir gracias ante determinadas situaciones cotidianas: cuando te sirven tu comida, café,… en un restaurante o cafetería, cuando te dejan pasar por una puerta, cuando te desean buena suerte,…
Este sería el nivel mínimo exigible a cualquiera que pretenda convivir en una sociedad civilizada.
Yo me estoy refiriendo aquí a otro nivel más profundo. El que incluye una etapa previa de reflexión y toma de conciencia.
¿Sobre qué?
Sobre las cosas que tenemos, lo que hemos conseguido, los dones que nos han sido dados desde nuestro nacimiento, las personas que nos rodean, las circunstancias que nos han sido favorables, las ocasiones en que nos ayudan o aconsejan, las ocasiones en que nos regalan algo valioso para nosotros,…
Y, por qué no, por un nuevo día en el que desarrollar nuestras actividades, o simplemente vivir; por el descanso que hemos podido tener, por el buen tiempo que hace hoy, o la lluvia que cae hoy. Y un largo etcétera.
¿Por qué creo que el hábito de dar gracias nos acerca al éxito en nuestra profesión y en nuestra vida?
Porque dar gracias:
- Nos hace conscientes de quiénes somos, qué tenemos, a quién tenemos. En nuestro día a día estamos abrumados con agendas interminables, problemas, contratiempos,… Hasta el punto de que muchas veces nos quejamos de mala suerte, de lo que no tenemos, y nos olvidamos de que en realidad hemos tenido muchísima suerte, y tenemos montones de cosas, a muchas personas, habilidades, etc.
- Nos hace tomar contacto con nuestro punto de referencia. Es muy fácil encontrarnos a la deriva en nuestra vida. No sabemos muy bien cómo hemos llegado a donde hemos llegado. Cuando damos gracias por lo que tenemos, tocamos algunos de los puntos principales de nuestra existencia, contemplamos con claridad qué es lo más importante para nosotros. Independientemente de que el lugar al que hayamos llegado no sea el correcto, enseguida podremos ver el lugar desde el que dar el siguiente paso para seguir avanzando.
- Nos hace no dar tanta importancia a las dificultades diarias. Todos pasamos por dificultades muy a menudo, más grandes o más pequeñas. Pero si somos conscientes de las cosas buenas que nos rodean, que están en nosotros mismos, los problemas diarios se muestran con su importancia justa y podemos afrontarlos sin desesperación ni pesimismo.
- Nos hace menos dependientes del momento. La vida cotidiana muchas veces es un tiovivo. En un momento estamos arriba, al siguiente abajo. Pasamos de la tranquilidad a la histeria, o del buen humor a la rabieta con mucha facilidad. Al dar gracias tomamos conciencia de que hay cosas que permanecen constantes, inalterables, y simplemente agarrándonos a ellas como a la barra del bus, podremos permanecer más estables y en equilibrio.
- Nos hace ser más optimistas. Si hemos tenido la suerte hasta ahora de tener todas las cosas que tenemos, y a todas las personas que nos apoyan, más nuestras propias habilidades, etc., por qué no vamos a seguir encontrando grandes cosas en adelante, por qué a partir de ahora todo tendría que ser negativo y oscuro. Dar gracias nos pone en disposición de ser optimistas.
- Nos hace no perder la esperanza. Incluso en los peores momentos hay cosas por las que dar gracias. Cosas buenas, valiosas, que nos han sido concedidas. Incluso en el fondo del pozo, podemos conservar la esperanza de salir adelante.
¿Y cómo hacemos para dar gracias?
De la manera más sencilla posible. A lo mejor en un momento del día, al principio o justo al final. Un pequeño pensamiento dirigido a recordar y agradecer lo que somos y tenemos.
En momentos puntuales: al hacer determinadas actividades, al salir a la calle, al mirar por la ventana, al pensar en alguien.
Cuando nos venga bien, sin grandes gestos ni adornos, con una sencilla reflexión.
Pregunta: Cuando te paras a pensar en todo lo que tienes y das gracias por ello, ¿cómo te sientes? Me puedes dejar tus comentarios.