¿Quieres un remedio que te permita realizar más tareas y tener menos sensación de agotamiento? No se trata de ninguna sustancia, ni tampoco de ninguna herramienta milagrosamente eficaz.

 

Agárrate a tus hábitos

 

Fotografía: Jaime Gutiérrez Valiente

 

Las tareas que debemos ejecutar cada día no sólo consumen tiempo, sino también capacidad mental, física, etc. No sólo no tenemos tiempo suficiente para hacer todo lo que cae en nuestra agenda, sino que tampoco parece que tengamos fuerzas suficientes.

Cada día es agotador, y nos parece que no podremos llegar más lejos en nuestros objetivos.

¿Cuál es el remedio?

Se trata de los hábitos.

¿Eso es todo?

Un buen hábito es el camino más rápido para hacer algo, y también el de menor coste en materia de desgaste.

Cuando ejecutas un hábito, tu mente no tiene que esforzarse apenas para poner en marcha los mecanismos necesarios para ello. Hay un camino preferencial ya creado en ella, por el que puede circular a gran velocidad.

Menos indecisión, menos errores, menos energía invertida.

Los hábitos son como vías rápidas por las que llegar antes a los sitios.

Escoge las tareas que para ti sean más repetitivas y transfórmalas en hábitos: ejecuta secuencias de acciones siempre en el mismo orden, haz determinadas tareas siempre a la misma hora, o en el mismo lugar,… La repetición genera el hábito, y el hábito simplifica tu actividad y disminuye el coste energético de tus actividades.

Pero los hábitos también tienen un lado oculto.

Una vez que te hayas hecho con un nutrido conjunto de buenos hábitos, verás que no te apetece nada cambiarlos. No querrás variar ni el orden ni el contenido.

Cuanto más practicas un hábito, más lo perfeccionas y mejor marcado queda su camino en tu mente, de forma que lo que haces se vuelve prácticamente automático.

La sensación positiva es enorme. Vas navegando a una velocidad de crucero bastante aceptable.

Pero…

¿Qué sucede si cambian tus circunstancias? ¿Si entra un proyecto nuevo? ¿Si te ves obligado a cambiar tus horarios?

Los hábitos bien arraigados te hacen más productivo, pero también menos adaptable. Y el secreto hoy en día es precisamente ser más adaptable.

¿Entonces?

Los hábitos son netamente positivos, no hay duda. Pero cuando los construyas, hazlo de forma que los puedas modificar sin crear un desastre de inestabilidad en tu vida.

Debes estar preparado para introducir cambios en tu organización siempre que sea necesario. Los hábitos no deben convertirse en un obstáculo.

¿Qué debes tener de forma que puedas cambiar o eliminar tus hábitos sin perder el control de tu vida?

Algo que se sitúe en una escala superior, y que permanezca más estable que las circunstancias temporales. Llámalo objetivos, perspectiva, sentido de tu vida,… o como quieras.

Tu coche va a seguir funcionando si el motor está bien, ¿no? Puedes probar diferentes modelos de neumáticos, o pintarlo de otro color. Puedes hacer todos los cambios que se te ocurran. Algunos serán tan importantes que afectarán al rendimiento global del coche. Pero mientras el motor siga funcionando, el coche podrá ser utilizado para su fin: desplazarte de un lugar a otro.

Lo mismo debes aplicarte a ti mismo. Mientras tu motor siga funcionando correctamente, puedes cambiar tus hábitos siempre que quieras, y seguirás estando bien. Es más, estarás mejor. Serás más adaptable.

Agárrate fuerte a tus hábitos, pero no los hagas de piedra sino de un material maleable.

 

¿Cuentas con buenos hábitos para tu actividad diaria? ¿Te ha costado mucho hacerte con ellos? ¿Te adaptas fácilmente cuando cambian las circunstancias? Me puedes dejar tu comentario un poco más abajo, o también en las redes sociales.